martes, 1 de diciembre de 2009

La loteria del tiempo

Erase una vez un hombre, común a todos, sin nada de particular.
Un hombre simple, ataviado con ropas simples pero limpias, algo pasadas de moda. Pero le daba igual, él se sentía y veía decente.
Su aspecto era de ser agradable, gentil y muy confiado. Era el portador de una loteria que exibía sin atosigar a la gente, pues el creía que la fortuna que tenía en sus manos iba a ilusionar a quién se acercara a preguntar:
- Y de qué va esta lotería?
-Cúantos millones están en juego?
El sonreía. El resplandor que emitían sus ojos hechizaba y creaba a su alrededor un clima cálido y confortable.
Exibía sus números, siempre el mismo. Los mostraba como si entre sus manos tuviera toda la suerte del mundo y tan solo había un número.
"El infinito"
Se acercaron, le preguntaron, tuvieron entre sus manos los décimos en juego.
Loteria del tiempo? Infinito?
Ni uno solo de cuántos se acercaron compró el número. A nadie le interesaba participar.
Hubo rechazo, burlas, indignación. Lo tomaron por loco, demente. Otros sintieron lástima y le dieron alguna limosna. El en silencio rehusó tomarlas, con una sonrisa leve en sus labios y se retiró a una esquina.
Una mujer elegante, con buen porte y estilo fue hacia él. Titubeó al principio, dudó en si acercarse
o alejarse de allí a toda prisa.
Él presintió su miedo y dió unos pasos hacia ella.
-Desea participar?
La mujer se dejó llevar por esa atracción inexplicable que poseen aquellos que no tienen nada que perder y tanto para dar que, se descubrió ante él y sin temor alguno le habló:
-Quisiera todos los números, lo que ahora más necesito es "tiempo". De qué me sirven las riquezas que poseo si estoy en números rojos.
Silencio. Dulzura. Una sonrisa llena de amor y al descubierto el número de la suerte: Infinito
-Ya estoy en deuda con el tiempo. El dia de hoy es un regalo para mí, ya no habrá mañana.
Cree que tendré suerte y me tocará?
-Si no participa nunca lo sabrá.
La mujer tomó un solo décimo, quería dejar para los demás. Le devolvió una sonrisa y parte del resplandor de su mirada quedó en ella.
Ya eso era más que suficiente.
Quizás fuera la agraciada en la loteria, la feliz portadora del "infinito".

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