martes, 2 de diciembre de 2008

Física o química

Cuando éramos niños nuestros padres nos decían lo que teníamos que hacer. Era su papel y como tal se sentían en la obligación de estar continuamente corrigiéndonos, haciendo todo lo posible e inimaginable para conducirnos por el camino del buen hacer, del bien actuar, de ser sensatos, leales, obedientes y así toda una larga cadena de buenos mandamientos para hacer de nosotros unas intachables personas.
Ahora, ya de mayor, lamentablemente son nuestros hijos los que nos reprochan, los que critican nuestra conducta, los que se sienten en la obligación de hacernos ver nuestros fallos. Actúan como jueces, con su toga y todo, y, agachando la cabeza, como corderitos indefensos escuchamos su discurso aristotélico y optamos por asintir antes que revelarnos, montar la pataleta y mandarlos a todos cuanto más lejos mejor.
Así es el ciclo de la vida y no es que venga de vuelta de muchas cosas, solo que, quizás, puede, es probable... Que no muchacha ! No dudes y dilo.
Ahí va, solo es porque empecé demasiado pronto a ocupar una función que por aquel entonces me venía demasiado grande y a empujones, por la fuerza de la inercia y por no dejar que la fuerza de la gravedad me aplastara, seguí por ese camino y me ví envuelta en una historia que comenzó como suele comenzar las aventuras...
Y qué pasó? La historia interminable, un eslabón conduce a otro y ya no puedes soltarte.
Sigo buscando mi enlace, hasta ahora todo ha sido un ir y venir, siempre con la ilusa esperanza de acertar con el inicio de esa anhelada cadena pero puede que aún no sea mi momento.
Aquí sigo experimentando con distintas mezclas. Es fallo del soluto? Puede que sea el disolvente o, tal vez me equivoque en la concentración.
Si, todo depende del tanto por ciento.
Es cuestión de cálculo y sinceramente os digo que las matemáticas no es lo mío.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Y de un folio surgió un enorme mural

Os acordáis de aquellos tiempos remotos en clase, cuando la profe nos decía:
-Hoy vais a dibujar un paisaje
-Seño, podemos pintar una casita?
-Claro que si
-De noche o de día?
-como queráis.
Recuerdo con las ganas que cogía los lápices y la ilusión tan enorme que sentía ante ese folio en blanco. Vaya, era todo para mí!
Y empezaba a trazar líneas con tanto énfasis que me equivocaba, borraba y de nuevo era mi fantasia la que acaparaba mis dedos impidiéndome reflejar en el papel lo que realmente queria.
Siempre mis actos han ido más allá, rápidos e impulsivos han dominado mi quehacer.
Y resulta que mi paisaje preferido era una bonita casa con su tejado en rojo, dos ventanitas y una puertecita con un tirador. Junto a ella pintaba una inmensa arboleda regada por hierbecitas y muchas margaritas, blancas, amarillas...Ah, también dibujaba una ardilla! Me encantan las ardillas, con esa mirada traviesa y esa cola de plumero tan juguetona.
Y como fondo elegía la noche, con su luna menguante y muchas, muchas estrellas.
Qué bonito me quedaba y con cuanto orgullo se lo mostraba a la seño.
Sabéis, al final tengo mi casita, sin tejado, sin arboleda pero con un patio lleno de macetas.
No tengo ardilla, si una perrita y un gato siamés tan inocente y tonto que parece de juguete.
Y lo mejor de todo es que ahora además de una luna también dispongo del sol y más todavía, tengo cuatro luceros que me transmiten toda la energia que necesito para seguir sintiendome la mujer más afortunada del universo.
Véis como al final las fantasías se hacen realidad?