sábado, 27 de febrero de 2010

Sin palabras

A veces las palabras entorpecen la comunicación.
A veces el tono inequívoco conduce nuestros deseos o pensamientos por un camino inesperado, contrario al que deseamos. Son pequeños matices los que llevan el ritmo de la conversación, imperceptibles pero causantes de una reacción totalmente opuesta a la que deseábamos.
Suponer que emplear bien el lenguaje ya asegura el éxito es un error.
No hay nada no importante. Es el todo, el conjunto, la armonía creada, la buena onda, la globalidad lo que hace que fluya ese hilo conductor del mensaje que está en juego.
A veces hablamos por hablar, repetimos ideas que creemos nuestras pero que han quedado grabadas en nuestra memoria y que empleamos porque nos parecen ideales en cierto momento.
No han sido siquiera meditadas, no son nuestras.
Falseamos, utilizamos un lenguaje que ni siquiera conocemos, tan solo lo adoptamos para hacernos sentir bien. Son palabras huecas, desprovistas de nosotros, por ello a veces al decirlas nos quedamos algo parados y, creo que más de uno ha pensado:
"Vaya, desconocía eso de mí"
Pero antes de dar marcha atrás y rectificar que, según dicen es cosa de sabios, continuamos con el montaje y llegamos a puerto. Ahí damos por concluida la parodia y nos sentimos satisfechos.
Acumular triunfos de ese tipo nos lleva a la insatisfación. No es aconsejable hacer teatro dia sí y, ya puestos, por qué no también el dia después.
La vida no es una comedia, la vida no es un sueño. Los sueños...sueños son y hay que dejarlos para el descanso de la mente no para la realidad del dia a dia.
Palabras sencillas con tono armonioso, palabras dichas con sinceridad y claridad dan más en el clavo que aquellas que son "tan bien puestas".

1 comentario:

alejandro pastor dijo...

Palabras como estas sin duda, palabras claras…

Me siento identificado con tus palabras. Cuantas veces habré querido decir otra cosa de la que me han entendido.

Yo ya he renunciado a decir lo que pienso o siento, pues siempre he sentido que mis palabras hacían daño aunque yo no quisiera hacerlo. Comprendí que no sé elegir las palabras adecuadas o que no sé entonarlas. Cuantas veces dije simplemente que algo no me gustaba y cuantas veces la otra parte sintió dolor…

Seguramente estas palabras que escribes tampoco sean fielmente lo que tú piensas o sientes y causen, en quien las lean, sensaciones diversas a las que tú esperas… pero a mi me valen, me valen mucho.